Aguantó en pie hasta el año 1257, viniéndose abajo en un día en el que el río Tajo sufrió una subida muy fuerte. Tan solo quedaron los estribos con sus torreones y parte de los pilares. Alfonso X el Sabio mandó reconstruirlo inmediatamente pues no quería que Toledo quedara incomunicada con otros pueblos. En esos momentos no existía otro puente en la ciudad.
Con posterioridad el Puente de Alcántara ha sufrido varias reparaciones, aunque ninguna esencial. Es posible apreciar que los torreones de entrada y de salida no son de la misma época.
Características del Puente de Alcántara
El puente mide 58,2 m. de altura y tiene una longitud de 194 m. Consta de seis arcos, de desigual altura, sostenidos por cinco pilares que arrancan a distintos niveles. Los soportes se distribuyeron con distanciamiento, de manera que solamente dos de ellos penetran en el agua del río. Los pilares son unos sólidos basamentos recubiertos de grandes sillares almohadillados. Sobre las pilas cabalgan los arcos, que son de medio punto y con distintas proporciones. En toda la altura de los tímpanos, por ambas vertientes, se prolongan en altura los contrafuertes. Cruzando el Puente de Alcántara se tiene un cómodo acceso al Alcázar de Toledo.
La infraestructura es un testimonio de la destreza arquitectónica de los romanos y un monumento histórico que refleja la importancia de Toledo como centro de conexión y comercio en la antigüedad. Su belleza arquitectónica y su ubicación estratégica a orillas del río Tajo hacen de este puente un lugar emblemático que atrae a visitantes de todo el mundo.