La Puerta del Sol de Toledo data del siglo XII. Se construyó bajo el mandato del rey Alfonso VI tras la reconquista de la ciudad, que estaba dominada por los árabes. Fueron precisamente los árabes que no huyeron de la ciudad, conocidos como mudéjares, quienes levantaron esta recia fortificación.
Se pueden observar los soberbios torreones y las almenas; las elegantes y pequeñas ventanas; los matacanes; los arcos ciegos que cruzan toda la torre. Pasando bajo la misma, se puede observar la perfección de los arcos de herradura (estilo árabe), el segundo y el cuarto; así como los arcos de herradura puntada (estilo mudéjar), el primero y el tercero. Entre ambos pares de arcos aparece un relieve, con forma de tondo, con el emblema de la Catedral que representa la Imposición de la Casulla a San Idelfonso bajo el Sol y la Luna, de ahí el nombre de la puerta.
La planta del edificio esta formada por una zona central flanqueada por dos torreones. Uno es de planta rectangular empotrado en la muralla y el otro, el exterior, es de planta semicircular con matacanes en su exterior. Internamente consta en dos cuerpos, más la azotea.
Como elementos defensivos aparecen las buhardas (habitáculos cuyo suelo tiene una abertura alargada y estrecha) situados encima de los accesos de la puerta.